Por un instante me dejé engañar y pensé que te haría volver, que estarías conmigo para siempre.
Sentí deseos de jugar a Dios y de traerte cerca, de sentir el poder al tenerte ante mi doblegado, embelesado y comiendo de mi.
Con el corazón desproporcionalmente destruído te escucho venir y comienzo a temblar.
Sucumbo silenciosamente ante ti....
* escucho a Dios inmiscuyéndose en mis asuntos.
**Eterna y divina ignorancia de la repugnancia.
3 comentarios:
Temperatura subida en palabras.
Que lindo, y quedo pensando sera amor traer a alguien en contrac de su voluntad? tendra el mismo disfrute que el que nosotros esperamos?
Gracias por seguir escribiendo para todos nosotros
Saludos
Del Peligroso
Hermoso poema. Me fascina la fuerza de tus letras, ese delicioso coraje.
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