agosto 17, 2010

No hay razones para no jugar a Dios

Desperté con ganas de ti ...
Por un instante me dejé engañar y pensé que te haría volver, que estarías conmigo para siempre.
Sentí deseos de jugar a Dios y de traerte cerca, de sentir el poder al tenerte ante mi doblegado, embelesado y comiendo de mi.
Con el corazón desproporcionalmente destruído te escucho venir y comienzo a temblar.
Sucumbo silenciosamente ante ti....

* escucho a Dios inmiscuyéndose en mis asuntos.
**Eterna y divina ignorancia de la repugnancia.

3 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

Temperatura subida en palabras.

peligrosodice dijo...

Que lindo, y quedo pensando sera amor traer a alguien en contrac de su voluntad? tendra el mismo disfrute que el que nosotros esperamos?

Gracias por seguir escribiendo para todos nosotros

Saludos

Del Peligroso

Roy dijo...

Hermoso poema. Me fascina la fuerza de tus letras, ese delicioso coraje.